10.5.09

Tv.


Confortablemente sentado en su pequeño sillón, miraba a su amada. rodeada de luces de colores, pero sus ojos estaban vacíos. Era consiente de que nada de lo que ella mostraba era la realidad, pero era mucho mas cómodo creer en sus mentiras que buscar la verdad, porque hay tantas verdades como personas en el mundo, tantas verdades como pensantes en el mundo. Pero, para el, aquel sujeto de labios apretados, con mirada cansada, y expresión taciturna, aquello era mucho más que la aceptación de una verdad o unas cuantas mentiras, significaba la comodidad y seguridad de que esa realidad que ella le mostraba era acorde a lo que el necesitaba; su mundo no era mucho más que eso. Él, estaba total y perdidamente enamorado de ella, aquella señora de ninguna curva y piel morena. Ella le brindaba exactamente cada cosa que el necesitara. Diversión, si ameritaba; realidades oníricas, verdades y mentiras. Entretenimiento y cultura, según el caso. Le daba mucho más de lo que el pedía. Sin embargo, todo eran pantomimas, la cubría una máscara de frivolidad, pero no era de importancia para ese hombre. O, tal vez, no se daba cuenta.
No podía dejar de mirarla ni un segundo, y no importaba que ella hablara incoherencias, era pura belleza para él. Él la amaba, y ella le era indiferente a todo aquel cariño mudo. Ella era independiente del amor. Ella no era una mujer; él era patético.

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