29.10.12

# 5

El que extingue  los infiernos de mi mente y aviva las llamas de este cuerpo mio. Quien no alcanza con el tiempo al visitarme, y rebalsa de momentos a pesar de ello. El que regresa a casa después de ciclos solares completos, con la misma expresión en el rostro surcado de pasados. Quien de solo alzar su voz provoca movimientos en mi vida funesta hasta allí. El que por solo ausentarse se impregno en los muros del subconsciente mio (y en los sueños). Quien por solo desaparecer fue canción, fue dolor, fue poema y flor. El que al despedirse se quedo, se mantuvo estancado en la juventud de mis memorias. Quien por solo insinuarse en la oscuridad, se transformo en presente, en proyecto, en esperanza, en realidad. El que soporta el calor de la luz en sus manos repletas de historias. Quien al volver creció y cambio, pero sigue reconociendo el camino -largo y sinuoso- a mi puerta. El que tan solo por estar en mi ojos se refleja maravilloso. Quien mueve sus brazos y estremece mi espalda. El que al recordar me revive, me hace especial, me transforma en mujer, en ave, en amor.
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27.10.12

# 4

Sus besos le mostraron una nueva forma del arte, llevándola hacia caminos surcados de bellas formas, cercanos a cielos. Cada gota de su saliva en la boca de ella se deshacía como las horas ausentes marcadas por los relojes de aquella playa escondida en España. Su compañía se convertía en adicción y se volvía surrealista, se volvía dadaista, se volvía canción, deseo, y navegantes de las calles.  Cada recuerdo se conservaba en su cabeza como una fotografía luminosa, mas que eso, un cuadro impresionista, un despertar, un desenfreno de colores salpicados. Se volvía Degas que pintaba sin ver, pero lo veía. Sublime, eso eran las tardes en sus brazos, que se paseaban por su espalda y la herizaban. Le provocaba terror, y emoción, solo la magnitud de su resistencia al vació  se asemejaba al poder de los besos esparcidos por su cuello. El le enseñaba la inconmensurabilidad que la atrapaba, y lo tierno de sus lunares que la enceguesian, y en ella se excitaba la fuerza para considerar pequeño aquello que la preocupaba. Estaba sobre y dentro de ella, como un cielo estrellado en el campo.
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26.10.12

# 3

Verle aparecer caminando por la plaza con ese paso desgarbado y torpe, arreglándose la ropa, mirando el piso, subiendo la mirada solo de vez en cuando, era para Lucia uno de sus momentos favoritos del día  Resultaba que se sentaba en el pasto simulando conversar alegremente con amigas, y su única intención era encontrarlo bajándose del colectivo, caminando lentamente por el sendero de arboles, para luego hacerse la tonta y simular sorpresa cuando un beso cotidiano (pero no por eso menos maravilloso) le erizara la piel. Sus amigas conocían el mecanismo, era sentarse, ponerse  ellas de espaldas al sendero para que Lucia pudiera vislumbrar sus pasos a lo lejos y así  cambiar de lugar en el momento justo para hacer de ese encuentro una virtual sorpresa. Ese instante se prolongaba en cada rincón de la plaza, detrás de cada arbusto, a la sombra de cada árbol  y eran segundos robados que justificaban cualquier esfuerzo. Oírle reír por su causa: su voz chillona, sus tonterías  sus conversaciones incoherentes, sus atropellos de palabras, sus tropezones, se convertía en un vicio para aquella muchacha que había perdido el miedo al tiempo, y le ganaba al olvido viviendo en el mundo del eterno retorno, de las fluctuaciones y de sus ojos, que de solo mirar, la rescataban. 

17.10.12

# 2

Solo un ápice de su vida no estaba rendido a los pies del hombre. Tan siquiera sus pies le eran propios, lo demás pertenecía a su dueño, al hombre, aquel que dio  un vuelco en el modo de ver lo que la rodeaba. Aquel que iluminaba el lado oscuro de las lunas, quien al mirarla la asesinaba y al que le debía sus mas variadas formas de arte. El hombre que sabia mas de amor que el poeta. Tanto mas, el hombre que  reducía los mundos al pestañeo de sus párpados, que minimizaba la totalidad de los entes en comparacion con aquellos dos ojos tan brillosos que reflejaban la vida: desde un jazmín hasta un Dali.
Se persignaba, aun sin creer en los santos, por las dudas de que con las vueltas del destino resultara que Dios no estaba solo en sus lunares, por si acaso existiera mas que el demonio de su ausencia.
Quizás sus pies fueran libres de aquella sombra, pero sus manos, sus labios, sus estremecimientos generalizados, sus nervios, sus amores, sus pasiones, sus cabellos, sus historias, sus momentos, sus recuerdos, sus abrazos, sus canciones... todos ellos se rendían reconociendo en el al hombre.
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La garganta me arde,
 se queman mis adentros, 
tan solo me calma tu nombre 
que todo lo puede, 
todo lo suaviza...

12.10.12

#

Aparecía los días de números primos iluminando el pequeño cuarto de hotel en el que vivía haciendo las veces de hogar; llegaba como un vendaval corriendo cortinas, abriendo cajones, sacando papeles de la mesa cual dueña y señora de la morada. Abría la puerta como si  la llave fuera suya, como si no la hubiera robado del cajón de mi cómoda la primera vez que vino, como si a mi me molestara. El hecho es que  llegaba y cocinaba, y jugaba la ficción de la familia: barría  ordenaba, abría ventanas, y, de pronto, el pequeño cuarto de aquel hotel gris se transformaba en un refugio. Prendía velas en las noches, apagaba los pocos veladores que quedaban con lamparitas sanas, llenaba la casa de inciensos  y, entonces el lugar no era ya un refugio sino un templo. Lo hacia así porque a ella le gustaba hacer el amor en un templo, escuchando alguna canción de jazz que le resultara conocida y pudiera tararearla aunque sea; y yo me dejaba llevar por esa tormenta de calor con rulos que era ella, y que cada tanto me organizaba el cuarto a  cambio de desbaratarme la vida.
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9.10.12






Lo supe cuando te conocí, no iba a dejarte correr.
Lo supe cuando te abracé, no iba a dejarte ir.
Y, somos simples fugitivos.

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De mi pasión a la tuya por mis letras.

Ya por solo ser papel ya vibras, ya tenes ese andar zumbeante que solo entienden estos amantes ocasionales de una mañana en que el sol pudo salir o no, en la que las pupilas todavía ardan  con los humeantes vapores de la cronología de sucesos, de momentos a los que no poner un punto no va a  contrariar, de explicaciones que "si no dadas, mejor entendidas"; de lujurias infinitas entre el lápiz-lapicera y yo, quien les habla - y quien sabe que otro!- y el papel, y las letras que, zigzagueantes o no, quedaron prendidas a ese instante decisivo para convertirse en poesía.
Ya, por el solo hecho de ser papel ya estas ahí  ya danzas con todo lo mejor aprendido y lo no olvidado. Revoloteando las danzantes bailarinas mientras detrás hay un poco mas de todo, de todo aquello, de todo aquello que con un poco menos de distracción pudo haber brotado de lo que soy para apuntalarlo en vos que ya, ya, ya por el único hecho de existir sos eternamente maravilloso.

8.10.12

ay de tu calidez

Ay de mis estaciones, de mis meses, de tus tiempos -que fueron eternos- de tus horas. Ay de vos y tus años. Ay de mi que te busco entre personas, letras y mundos. Ay de quienes no quieren vernos. Ay de ellos que persiguen a distancia nuestros besos arremetiendo contra los deseos, en contra de sentimientos, flores, hojas, y melodías. Ay de los amigos que nos acompañan, que alientan, que nos protegen; ay de ellos que nos miran con timidez, con compasión, como a dos niños que apenas saben caminar. Ay de los otoños, los abriles, los crueles, los septiembres, los octubres, y los festejos. Ay de tu aspereza, mi suavidad, tus silencios, mis sonidos, tus pestañas, mis ojos, tu boca, mi delirio. Ay de mis fobias tan ridículas que te provocan risas. Ay de tus misterios tan intrigantes que se esconden en los lunares de mi cuerpo, pero también en los laberintos de tu barba. Ay de los complejos con mi cuerpo y tu encantadora costumbre de responder a ello con un beso. Ay de los espacios que nos separan, que nos motivan, que nos invitan a arrimarnos. Ay de las contrariedades de las que sos presa por momentos, y a las cuales les declaro la guerra, prestándote mis ojos para que te veas con ellos. Ay de la canción que todavía no tenemos, de la que se nos escapo y de la que todavía no conocemos. Ay de tu nombre que combina tan bien con mis "te quiero", que el poner "Y, te quiero, L" suena a poesía suena a soneto, suena a oración. Ay corazón  ay del dolor al que no olvido, con el que te convocaba en mi mente, el que me acompaño por senderos vacíos de vida, cubiertos de olvido. Ay de todo aquello que soy que se redime en tus brazos; de todo aquello a lo que pertenezco que se resume en tu ojos. Ay de las lluvias que hoy ya no asustan.

7.10.12

Prometo besar cada lunar que hace lugar en tu cuerpo, perder la cuenta y comenzar de nuevo.