23.12.12

Junio en diciembre

Esta triste la noche ¿que le pasara? Tiene las nubes opacas, las estrellas vacías ¿Sera que le afecta mi soledad?. Supe que lloro mientras dormía y que dejo de hablarle a los amantes. ¿ Conoció lo que duele el desamor de la luna que se fugó de su lado? Esta angustiada y llueve y yo la acompaño con mis humildes gotas, pero no basta ni para ella, ni para mi. La luna y mi hombre se parecen: se esconden, huyen, vuelven como si nada pasara, brillan por unos instantes, y en las mañanas ya no están. Pero no estés mal noche amiga que cada estrella vale por la ausencia, y, aunque las nubes las tapen, detrás siempre están  ¿Crees que la luna que en mi vida alumbra vuelva como la tuya? Sin importar las letras que derrame queriendo ayudar, esta triste la noche, y me pregunto: ¿Cuando acabara? 

15.12.12

# 6

 Camila estaba sentada en su cama pensando. Tenia los ojos ausentes, llorosos, colorados, frágiles, acompañados por una mirada solitaria, fijada en un punto lejano, perdida, como absorta en un mas allá. Se estaba auto mirando, descubriéndose a si misma, y se veía en Junio en la calurosa noche de febrero en la que lo conoció tocando en un viejo bar de la ruta; se observaba en las hojas amarrilentas y crujientes de los arboles del abril que los conoció verdaderos, en el mismo color sepia de las cartas que se había cansado de escribir en las que había marcado las primeras letras que merecía su Junio; se reflejaba en las traslucidas y frías gotas de lluvia que chocaban en los vidrios de su ventana en invierno, en el momento antes de estallar en risas cuando unas manos cálidas la tomaban y la abrazaban estrujándole el cuerpo con fuerza, como con miedo a un improbable escape; y se miraba en mucho mas, en la repetición de una cara que no le era propia, que era la misma pero con años de diferencia, que era sorpresa mezclada con reencuentros, que era emoción con algo mas de amor.
Sentada sobre aquel colchón, Camila, sentía los murmullos de esas paredes que guardaban la voz de Junio (el junio tiempo y el Junio hombre), las promesas de futuro susurradas entre abrazos y lágrimas, como las que ahora mismo recorrían sus mejillas. Entre sus ojos y el mundo había un velo donde se proyectaban sus pasados haciendo que llueva en el presente. Se proyectaba la película del día del primer beso, cuando un festejo absurdo devino en abrazo que resvalo en beso y luego sorpresa; el film de algunas tardes frías que pasaban sentados en algún banco de la plaza del centro, o en alguna vereda cercana al San Juan Bautista, en donde se escondían y besaban, charlaban de pavadas, reían como amigos y planeaban complots contra el tiempo, puras utopías, fracasos alegremente anunciados.
Camila recordaba, además, las ultimas palabras antes del abismo "Lo siento querida fue todo culpa mía", y la aparejada sensacion tan honda de no saber convivir con la felicidad.
Tan fijo miraba que se le cansaron los ojos, se recosto y durmió. En el sueño corría entre septiembres y octubres luminosos, escuchando canciones largamente conocidas, escapando de amarguras enraizadas entre sus labios. Soñó con hombres que desaparecían. Soñó que sentía un dejavu, que se ponía a llorar, y mientras, la almohada en que su cabeza apoyaba, se humedecía tristemente.
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14.12.12

 
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9.12.12

Carta compleja para alguna de tus identidades de parte de todas mis humanidades.


Junio:
             Ante tus ojos tienes a la mujer innombrable que te enseño lo que era ser amado. Una mujer que pasó de ser solo una –M suelta en un papel, para convertirse en poema con todas las letras. Junio, ante ti se descorren todos los tules que te separaban del delirio vulgar incoherente peligroso y fatal que solo puede encerrarse en la palabra Camila, lo que para ti es un sinónimo de amor.  Esta mujer que soy yo, te escribe mientras recuerda al unicornio azul que se le perdió, aquel que la abandono para dejarle espacio a tu presencia que se avecinaba como poderosa. Ante tu rostro me sonrío, se sonríe Camila, y me sonrío yo, la real; y es solo para vos, Junio.   
Ante tus ojos hay un metro sesenta y cuatro de pura locura pecosa que se desvive por aprender a quererte bien.  Y hay un poco mas, hay atardeceres en la plaza, días lluviosos en mi cama, besos en los lunares, tardes en tu auto, besos esparcidos por bocas ajenas,  labios nerviosos temblorosos que esperan ser para ti tentación, respuesta, compañía; ojos llorosos colorados brillosos (brillo sos), que pretenden llevarte a pasear por sentimientos, recuerdos, verdades.
Ante ti, parada, erguida, digna, esta parada la mujer que dejo de ser niña con tu despedida, que aprendió a cuidarte a la distancia, que se convirtió en poetiza  por la fuerza, por la necesidad de no olvidarte. Junio, estoy parada ante ti para mirarte a los ojos cuando te diga que estoy orgullosa de ser lo que soy y de amarte como lo hago desde el día en que te vi, cuando todavía no era Camila, ni vos Junio; eso vino después.
Comprendo que te asuste pero debes de saber que ante ti tienes parada a una mujer inconmensurable que solo se mide en tus ojos,  que solo se recuesta en tu pecho, que solo duerme en tu compañía, que esta segura de quien es y de quien eres, y que te vuelve a elegir cada día.

Camila.

4.12.12

Lo siento querido, fue todo culpa mia

 
Por momentos siento que puedo arreglarlo todo, pero luego viene tu silencio que es tan eterno como irremediable; tu silencio que es ausencia que me abraza y me destroza.  Camino los días con la esperanza de encontrar la curvatura, la puerta, el error, el agujero que me devuelva lo perdido, que me traiga el pasado nuevamente, que me rencuentre.  Y al final del día lo único que queda es el vacío, el cansancio de la búsqueda frustrantemente inútil.  Entonces solo queda tirarme a dormir anhelando no encontrarte allí, o volver eternos los sueños, volver realidad las noches, y pesadillas los días. Pero se acerca la mañana cruelmente rápido, y los ojos no aguantan la falsedad de estar cerrados, vuelven a abrirse y comienza la caminata incesante.

 Lamento no haber estado a la altura de toda tu esencia de feliz circo infantil, no haber comprendido los silencios y las miradas, de haber confundido los sonidos de los demás con las verdades.  Pero por momentos siento que puedo retroceder el tiempo,  y es cuando me ataca tu silencio que es tan real como inverosímil; tu silencio que es verdad con presencia de “hubieras”.  Entonces corro el laberinto del tiempo en busca de la salida, pero son callejones tan largos que intuyo el círculo que me atrapa en tus cabellos. Y  al comienzo del día sé que estoy mal, que no hay mas allá, sin embargo esta incertidumbre es lo que me mantiene en pie, y tal vez tu sentencia sea el final, por eso la retraso y me distraigo entre enredaderas de colores mientras vos abrís y cerras caminos, entras y salís de mi, armas y desarmas el castillo de naipes en el que me gusta imaginarnos. Y al final de la escapada siento que puedo cambiar los capítulos de esta historia, entonces me llama tu voz  que me despierta con palabras tontas;  tu presencia que es ausencia y fe de regresos, que es tan feliz como peligrosa, pero que me recuerda mi nombre y, aunque sé que cada persona cambia, vuelvo a sentir el olor a jazmín y tus primeras canciones en mis oídos que son plegarias y rezos, que a mi boca le hace falta murmurar de vez en vez para saborearlas.
Puede parecer estúpido pero este sube y baja con el que juego a vivir es mi remedio para tu partida, el antibiótico para nuevas heridas, pero solo funciona con mis desvelos. Ay, si pudiera controlar a mis ensueños! Si pudieran recetarme las pastillas que reclama Joaquín, las que me impidan soñarte… A veces creo que es mas fácil volver el tiempo atrás con una maquina que poder hablarte, entonces escribo con la intención de que un día, quizá muy lejano, seas vos quien lea, quien piense, quien haga, quien diga, quien necesite de mi para seguir.  Este es el secreto de mi talento, tan solo un plan maestro por el cual leas, te reconozcas entre los puntos y los acentos, desvistas con tus manos este libro y mientras se caigan las páginas, también se caigan mis prendas ante tus ojos, como se han caído las estrellas en tu sonrisa la vez que te conocí. Y, siempre voy a ser la simple niña petiza de cabellos ondulados, piel blanca y pecas que un día te dijo que te amaba, te beso con todo el amor que existía en el mundo y se abandonó a tus pestañas con todos sus secretos y deseos.  Para siempre, y pase lo que pase, no habrá amor mas grande que el que pueda darte esta sencilla persona que te escribe y describe a lo lejos.


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