9.12.12

Carta compleja para alguna de tus identidades de parte de todas mis humanidades.


Junio:
             Ante tus ojos tienes a la mujer innombrable que te enseño lo que era ser amado. Una mujer que pasó de ser solo una –M suelta en un papel, para convertirse en poema con todas las letras. Junio, ante ti se descorren todos los tules que te separaban del delirio vulgar incoherente peligroso y fatal que solo puede encerrarse en la palabra Camila, lo que para ti es un sinónimo de amor.  Esta mujer que soy yo, te escribe mientras recuerda al unicornio azul que se le perdió, aquel que la abandono para dejarle espacio a tu presencia que se avecinaba como poderosa. Ante tu rostro me sonrío, se sonríe Camila, y me sonrío yo, la real; y es solo para vos, Junio.   
Ante tus ojos hay un metro sesenta y cuatro de pura locura pecosa que se desvive por aprender a quererte bien.  Y hay un poco mas, hay atardeceres en la plaza, días lluviosos en mi cama, besos en los lunares, tardes en tu auto, besos esparcidos por bocas ajenas,  labios nerviosos temblorosos que esperan ser para ti tentación, respuesta, compañía; ojos llorosos colorados brillosos (brillo sos), que pretenden llevarte a pasear por sentimientos, recuerdos, verdades.
Ante ti, parada, erguida, digna, esta parada la mujer que dejo de ser niña con tu despedida, que aprendió a cuidarte a la distancia, que se convirtió en poetiza  por la fuerza, por la necesidad de no olvidarte. Junio, estoy parada ante ti para mirarte a los ojos cuando te diga que estoy orgullosa de ser lo que soy y de amarte como lo hago desde el día en que te vi, cuando todavía no era Camila, ni vos Junio; eso vino después.
Comprendo que te asuste pero debes de saber que ante ti tienes parada a una mujer inconmensurable que solo se mide en tus ojos,  que solo se recuesta en tu pecho, que solo duerme en tu compañía, que esta segura de quien es y de quien eres, y que te vuelve a elegir cada día.

Camila.

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