30.6.13

Grito

He muerto cada día desde el 13 de febrero del 2009, he muerto he renacido, he confiado, he perdido, he ganado, he bailado, rompí electrodomésticos y miedos, sobrepase barreras, corrí, grite. He llorado cada día, he recordado, he reído, he jugado, conocí gente, la perdí, volví a conocer gente. He luchado contra la memoria, me ha ganado todas las partidas, he abandonado, pero mas me han abandonado, cambie, crecí, me perdí, me busco. He intentado sin suerte, he cruzado ciertos limites, he vuelto atrás, me he alejado y he vuelto, has vuelto y te has ido mas de una vez. Cante quinientas veces la misma canción, escribí un libro entero en tu nombre, deje de escuchar ciertas melodías, no pare de repetir ciertas palabras,  trate de olvidar una voz resonante, tape los adiós con nuevos hola que me dijeron hasta siempre. Volví a recaer como un alcohólico pero mas profundo, volví a caer contra el pavimento pero mas duro, me torcí pero no rompí, y George sabe que lo hubiera preferido. Busque hallarme entre otras personas, busque hallarte en otras bocas, busque sentir como en otras épocas, busque nombres que me engañaran las ganas de nombrarte. Encontré dolor, encontré ardor, encontré que no había forma de taparte. He mentido, me han mentido, he inventado las historias mas estúpidas, he creído mis propias mentiras, me han intentado ayudar, me han ayudado, no han logrado mucho avance. Visite a un psicólogo, dos médicos clínicos, un gastroenterologo, un neumonologo, un otorrinolaringologo, dos oculistas, un dentista, cinco cardiologo, dos ginecólogas, un neurólogo y un dermatologo, y aun no explican mi dolor en el pecho ni mi falta de aire: no estas en mi mente, ni en mi cuerpo, ni en mi estomago, ni en la nariz, boca u garganta, ni en los ojos, ni entre los labios, ni en el corazón, ni en mi vagina, ni en las neuronas, ni en la piel, pero estas. En todos esos lugares y mas: sos los recuerdos, todo mi cuerpo, las cosquillas en el estomago, el instante sin aire en los pulmones, el perfume que no me deja respirar, el sabor de mi lengua, las palabras trabadas en mi garganta, el nudo, las imágenes que se dejan ver en mis lagrimas,  el sabor de mi legua, lo rojo de la sangre que transita por mis venas, la válvula que mueve a mi sucio corazón, las pasiones que no pude desatar, los pensamientos, la blancura de mi tez y los vellos cuando se erizan. Estas en las canciones que me tocabas o cantabas, en las de tu banda en las de las bandas que nombraste o cantaste, en las que escribiste, en las que nombraron tus amigos, en las que te describen, en las que dicen tu nombra, en las de las personas que te pareces, en las que parecen describir nuestra historias, en las que quisiera dedicarte y en las que me hacen llorar. Me sonas con guitarras, baterias, platillos, bombos, violines, arpas, mandolinas, bandoneones, flautas, y saxofones. Tus cuentos ganaron medallas, aplausos, felicitaciones, diplomas, pero ¿cual es el sentido si no te llegan, si no te los grito en la cara? He dedicado cada día desde el 13 de febrero del 2009 a tu sonrisa, el pocito de tu pera, tu barba, tus rulos, las patillas, el lunar en el pecho, tus piernas peludas, tu pecho tibio, tu boca pequeña, tus dientes perfectos, tus manos ásperas, tu andar torpe, tus brazos flacos, tus caras de duda constante, tus buzos grandes, tu skate, tu batería, tu auto, tus amigos, tus novias, tus ex novias, tus amigas, tus futuras parejas, tu hermano, tus papas, tu futura sobrina, tus triunfos, tus logros, tus cambios, tu crecimiento, tus lagrimas, tus derrotas, tu pequeña altura, tu gran corazón, tu poca demostración de afecto, tu vergüenza, tu movimiento permanente de morderte el borde del labio o la piel que sobra dentro de la boca, tu manera de tensar el semblante, tus llagas de la mano, tu manera de correrte el pelo de la cara con toda la mano abierta, tus rulos cuando se caen en tus ojos, tus pestañas perfectamente curvas y espléndidamente largas. He peleado contra todo aquello que me recuerda a vos: mis paredes ya que te acobijaron, el baño que te escondió, el techo que miraba cuando nos acostábamos cansados de intentar, el colchón que nos dio la bienvenida, las ventanas que miraba mientras descansabas el día que llovía, la caja en el a que guardaba cosas, las almohadas que atesoraban tu gorrito, la escalera que subiste, el portón que nos espiaba, la calle en la que parabas el auto, el pasto que toco sus ruedas, los lugares que visitamos, los boliches, los bares, las casas, el bingo, la estación de servicio, el colectivo que te tomabas y sus paradas, tu barrio, las paredes en las que nos apoyábamos, los barrios que caminábamos, la plaza, el banco en donde nos sentamos la primera vez, los arboles que nos cruzábamos, el otoño, las tardes con sol, el frió, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, y ahora le agrego octubre, los chocolates que siempre prometías regalarme, las puertas y llaves, los miércoles que era el día en que nos veíamos mas tiempo, los martes a la noche que te esperaba en la plaza cuando salias del colegio y nos quedábamos ahí hasta las siete y media de la tarde, los jueves que venia mas temprano para verte y vos siempre llegabas tarde, el cine y ciertas películas sobre todo "El secreto de sus ojos", los colores azul y negro, los números 4, 5, 9, 10, 13, 15, 17, 24, 25, 28, y 29, los días de lluvia, y cualquier pequeña tristeza porque en ellas estas siempre mas fuerte que cualquier dolor del presente, acurrucado entre mis ojos esperando para largarte en llanto. Te escribo cada vez con mas premura con mas deseos, con menos esperanzas, de manera mas contradictoria, con mas anhelos, con menos poesía, con mas honestidad, con mas desesperación, con menos tiempos, con mas cansancio, en fin, te escribo cada vez con menos vida.

Le petit mort


Hace tiempo que no te nombro, que ni a tus apodos me acerco, pero este día te reencuentro en las sabanas corridas y  entre muros silenciosos. Y en el colchón que no se termina de amoldar al solitario cuerpo que lo habita. Este día en particular por la hora y el lugar, por la madrugada y el frio, por la tan cruel cercanía entre tu rostro gélido y la blancura de tu piel, frágil como la porcelana. Recuerdo aquel beso, le petit mort, la forma en que en un mismo gesto fuiste presa de mis amores, y tu presencia se escurrió entre mis brazos cual arena que a la mar regresa. Empiezo a sentir la humedad de tu lengua sobre mis labios, y la saboreo; vuelvo en sí, ahora tu mano que torpemente roza mi pelo, y yo que me inclino para recibir tal caricia; alcanzo a  incorporarme para recibir tu mano fugaz que se pasea por mi pecho, y me tenso solo un momento, solo hasta sufrir el placer en pleno; adivino tu siguiente movimiento, te espero entre mi oído y mi cuello, y llega tu aliento cálido. Ahora tiemblo. Tu boca, el templo que se abre a mis deseos, a mis ruegos que susurra alguna cosa sin sentido, alguna cosa que de no estar me haría perecer, agonizante ante las llamas del silencio. Fragmentos. Y, así como llegaste, te vas. Nuevamente desapareces en medio de la noche, sin dejar más que la conmoción de tu presencia. Por un rato deseo que no hubieras vuelto, luego me resigno a la visita, y comienzo la cuenta regresiva sin nombrarte hasta la próxima madrugada. Ya siento, cual Edith, como mis músculos se vuelven sal y se endurecen hasta mis pasiones, por desobedecer el mandato de no mirar atrás. Y tú, mi Lot, que te vas sin derramar las lágrimas que mis ojos vuelven a llorar.
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