20.11.13

Me haces doler el cuerpo.

17.11.13

# 7

Los dias pares a Camila se le daba por cantar canciones tristes: tangos, blues, boleros. Se le daba por caminar sin rumbo en lugares solitarios, calles de tierra, barrios vacios, y cantar a los gritos imaginando historias espiraladas que se mordian la cola, que eran una sucesion despareja de pensamientos desordenados sin final y que volvian a empezar.  Le gustaba la creencia de que en estos paseos se inspiraba y podia escribir cualquier cancion sin el deber de pasar por Junio, sin que este sea su punto de partida, musa o lugar de llegada. Se le daba por reirse de los dias impares y sus canciones sonsas, por llorar los años biciestos y los abriles nordicos sin otoño, por sentarse para buscar la belleza en alguna flor, rama o paloma y luego recordar que la naturaleza nunca la habia conmovido de la manera en la que lo hacia ese nombre-hombre: de esa manera que comenzaba por un fuerte nudo en la garganta que le impedia emitir mas sonido que un lastimero gemido, seguia por aquel temblor en las piernas que la dejaba plantada cual estatua sin poder correr, e inmediatamente los bellos de los brazos que se le erizaban, el corazon que se aceleraba, la respiracion que comenzaba a fallarle y entrecortarse,  los ojos vacios con la mirada fija reflejando en alguna lagrima suelta la figura de aquel hombre-nombre, y finalmente la sensacion de que el mundo ya no volveria a ser el mismo, que se habia detenido en ese instante  tan suyo (instante tiempo e instante lugar), honesto y atemporal; entonces, las dudas, la reflexion y la imagen (siempre la misma) dandole lugar al despertar, el volver a oir los autos, los ladridos, las charlas cotidianas y el no entender ¿Cómo se puede seguir viviendo? ¿Cómo caminar, tomar un colectivo, hacer la cola en el banco, pagar la luz o comprar pan? En fin ¿Cómo seguir adelante haciendo cualquier cosa que le demande volver a ser ajena a su momento?.
Los dias impares, sobre todo si caian en martes, se le daba por sentarse en las raices de un arbol un rato a mirar la plaza, sopesar ideas, planificar rescates, imaginar soluciones, improvisar versos, y hasta creer inocentemente, durante estas pausas, que se podia arreglar lo roto, y que no habia pasados por vengar.
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20.10.13

Si quiero me toco el alma


Se me va la voz detrás de tu piel que se aleja despegándose de mi cuerpo húmedo, mi cuerpo débil, mi cuerpo templo; la voz se me queda a medio camino entre tu tacto inseguro y las durezas de tus manos crudas. Se me va siguiendo un poema de hombre que se deshace de las sabanas en el mismo movimiento en el que escapa de mis brazos torpes,  uno que se contenta con la lejanía y el roce de la misma manera. Se me pierden las palabras entusiasmadas con volver a probar de la miel  de tus labios recubiertos de historias, de bocas, de vidas; las palabras se esconden en los huecos de tu pera, y entre los cortes de tus labios que al sentirme se inquietan y arden. Se me pierden en las lágrimas que a mis ojos les cuesta contener, que se agolpan debajo de los parpados, que se mecen en la curvatura de mis pestañas como crueles recuerdos que se hamacan en mi rostro. Se me escurre tu cuerpo entre los dedos, no alcanzo a manotear ni tus brazos, y patino en tu espalda sudada; tu pecho se convierte en rio que fluye apartándose más, y mi tonto intento de remontarme, cual balsa, rumbo a tu espalda y atrancar en tus ojos  se vuelve infructuoso.  Se me escurre mojando la cama con agua, la almohada con lluvia, mis ojos con llanto, y la habitación con recuerdos.

 
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13.9.13

Aqui, conmigo.

Y estarás en cada espasmo de mi cuerpo como estas en cada letra que escribo.
Penetraras cada instante, como la misma lluvia que a mis ojos llega.
Sabrás comprender, en la distancia, el desarraigo de mi lengua tonta que de tu piel fue cruelmente arrancada.
Y participaras de cada beso rancio que a mis labios toque, como lo haces de cada mano suave que bordea mis pechos.
Seras sentimiento ardiente e infinita lejanía como el sublime fuego que a la vez aterroriza y atrae.
Barreras las cenizas de mi antigua vida hasta que el viento las recoja para adornar el aire.
Volverás en forma de oxigeno con cada respiración, pero elegirás exhalarte a quedarte y yo morir a soltarte. 
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18.8.13

Lagrimeo

Lagrimeo. Se me cae una palabra. Paciencia. Se escurre entre las pecas y va bailando sin freno, enloquecida por el insólito placer de sentirse libre. Se me cae otra, y esta se retrasa en mi parpado, duda, dibuja el contorno de mi ojo izquierdo, y se tira al vació, rueda cuesta abajo y termina fusionándose con el viento. Lagrimeo. Se me pierde una canción. Se fuga entre remiendos de pantalones, sospechas de regresos y pizcas de cielo. Corre a través del páramo de la ausencia, en soledad, y ve caer las palabras como un manantial, las toma, las incorpora y ríe. Me ha robado una vez mas. Lagrimeo. Sollozo, caen las tardes de agosto, un cuento infantil mal leído, y una rebanada de tu nombre. Ironía es que se pierda aquello que te nombra pero no tu recuerdo. Suspiro. Atravieso el desierto. La arena y las sombras me rodean, y vuelvo a perder un par de palabras. Dios. Fin. Ellas ruedan por el papel y mi cara. Tontamente van a estrellarse en mi nariz y se hacen una, que sigue por la comisura de mis labios hasta penetrar en mi boca dejándome el inconfundible sabor de una oración perdida. Y así me convierten en atea e infinita a la vez.

5.8.13

Vos y las noches


No se que hacer con vos en las noches porque te me apareces a mi lado, y te me pones a hablar susurrando para que nadie mas oiga. Y me cuentas de tus andanzas, de tus días, de tus noches, de tus mujeres, de tus conquistas, de tus amantes. Me cantas y me amas en silencio. Y luego te apartas, y entonces penetras en mis sueños, y pesadillas, tan profundo que ni al despertarme te despegas. Pero en el día te ausentas, con la luz de la mañana te conviertes en distancia que se aleja con el viento. Y al caer de la tarde vuelvo a sentir el cruel anhelo de torturarme con tus regresos. Pero no se que hacer con vos en las noches porque juegas a ser la mar, a acercarte e irte en un mismo movimiento, te vas pensando en volver, quieres y no quieres a la vez. Te me cuelas entre las sabanas y entre los recuerdos, y yo no tengo mas que perseguirte entre instantes, saltar entre tardes y cumpleaños, acorralarte en algún septiembre y dejarte escapar (pues de otra manera no podría ser) bajo la lluvia de julio, para seguir este absurdo juego un día mas. 

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1.8.13

Pasar la tarde y mirar arriba: vaivén de hojas y olor a lluvia en el aire, olor a flor a punto de nacer.
Una y otra vez, brisa acércame aquel perfume a frescura y cielo, adolescencia y ardor.
Brisa, mece mis recuerdos, arrullalos, susurrales canciones de cuna, arropalos, hazlos dormir, olvidar, morir. 

30.6.13

Grito

He muerto cada día desde el 13 de febrero del 2009, he muerto he renacido, he confiado, he perdido, he ganado, he bailado, rompí electrodomésticos y miedos, sobrepase barreras, corrí, grite. He llorado cada día, he recordado, he reído, he jugado, conocí gente, la perdí, volví a conocer gente. He luchado contra la memoria, me ha ganado todas las partidas, he abandonado, pero mas me han abandonado, cambie, crecí, me perdí, me busco. He intentado sin suerte, he cruzado ciertos limites, he vuelto atrás, me he alejado y he vuelto, has vuelto y te has ido mas de una vez. Cante quinientas veces la misma canción, escribí un libro entero en tu nombre, deje de escuchar ciertas melodías, no pare de repetir ciertas palabras,  trate de olvidar una voz resonante, tape los adiós con nuevos hola que me dijeron hasta siempre. Volví a recaer como un alcohólico pero mas profundo, volví a caer contra el pavimento pero mas duro, me torcí pero no rompí, y George sabe que lo hubiera preferido. Busque hallarme entre otras personas, busque hallarte en otras bocas, busque sentir como en otras épocas, busque nombres que me engañaran las ganas de nombrarte. Encontré dolor, encontré ardor, encontré que no había forma de taparte. He mentido, me han mentido, he inventado las historias mas estúpidas, he creído mis propias mentiras, me han intentado ayudar, me han ayudado, no han logrado mucho avance. Visite a un psicólogo, dos médicos clínicos, un gastroenterologo, un neumonologo, un otorrinolaringologo, dos oculistas, un dentista, cinco cardiologo, dos ginecólogas, un neurólogo y un dermatologo, y aun no explican mi dolor en el pecho ni mi falta de aire: no estas en mi mente, ni en mi cuerpo, ni en mi estomago, ni en la nariz, boca u garganta, ni en los ojos, ni entre los labios, ni en el corazón, ni en mi vagina, ni en las neuronas, ni en la piel, pero estas. En todos esos lugares y mas: sos los recuerdos, todo mi cuerpo, las cosquillas en el estomago, el instante sin aire en los pulmones, el perfume que no me deja respirar, el sabor de mi lengua, las palabras trabadas en mi garganta, el nudo, las imágenes que se dejan ver en mis lagrimas,  el sabor de mi legua, lo rojo de la sangre que transita por mis venas, la válvula que mueve a mi sucio corazón, las pasiones que no pude desatar, los pensamientos, la blancura de mi tez y los vellos cuando se erizan. Estas en las canciones que me tocabas o cantabas, en las de tu banda en las de las bandas que nombraste o cantaste, en las que escribiste, en las que nombraron tus amigos, en las que te describen, en las que dicen tu nombra, en las de las personas que te pareces, en las que parecen describir nuestra historias, en las que quisiera dedicarte y en las que me hacen llorar. Me sonas con guitarras, baterias, platillos, bombos, violines, arpas, mandolinas, bandoneones, flautas, y saxofones. Tus cuentos ganaron medallas, aplausos, felicitaciones, diplomas, pero ¿cual es el sentido si no te llegan, si no te los grito en la cara? He dedicado cada día desde el 13 de febrero del 2009 a tu sonrisa, el pocito de tu pera, tu barba, tus rulos, las patillas, el lunar en el pecho, tus piernas peludas, tu pecho tibio, tu boca pequeña, tus dientes perfectos, tus manos ásperas, tu andar torpe, tus brazos flacos, tus caras de duda constante, tus buzos grandes, tu skate, tu batería, tu auto, tus amigos, tus novias, tus ex novias, tus amigas, tus futuras parejas, tu hermano, tus papas, tu futura sobrina, tus triunfos, tus logros, tus cambios, tu crecimiento, tus lagrimas, tus derrotas, tu pequeña altura, tu gran corazón, tu poca demostración de afecto, tu vergüenza, tu movimiento permanente de morderte el borde del labio o la piel que sobra dentro de la boca, tu manera de tensar el semblante, tus llagas de la mano, tu manera de correrte el pelo de la cara con toda la mano abierta, tus rulos cuando se caen en tus ojos, tus pestañas perfectamente curvas y espléndidamente largas. He peleado contra todo aquello que me recuerda a vos: mis paredes ya que te acobijaron, el baño que te escondió, el techo que miraba cuando nos acostábamos cansados de intentar, el colchón que nos dio la bienvenida, las ventanas que miraba mientras descansabas el día que llovía, la caja en el a que guardaba cosas, las almohadas que atesoraban tu gorrito, la escalera que subiste, el portón que nos espiaba, la calle en la que parabas el auto, el pasto que toco sus ruedas, los lugares que visitamos, los boliches, los bares, las casas, el bingo, la estación de servicio, el colectivo que te tomabas y sus paradas, tu barrio, las paredes en las que nos apoyábamos, los barrios que caminábamos, la plaza, el banco en donde nos sentamos la primera vez, los arboles que nos cruzábamos, el otoño, las tardes con sol, el frió, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, y ahora le agrego octubre, los chocolates que siempre prometías regalarme, las puertas y llaves, los miércoles que era el día en que nos veíamos mas tiempo, los martes a la noche que te esperaba en la plaza cuando salias del colegio y nos quedábamos ahí hasta las siete y media de la tarde, los jueves que venia mas temprano para verte y vos siempre llegabas tarde, el cine y ciertas películas sobre todo "El secreto de sus ojos", los colores azul y negro, los números 4, 5, 9, 10, 13, 15, 17, 24, 25, 28, y 29, los días de lluvia, y cualquier pequeña tristeza porque en ellas estas siempre mas fuerte que cualquier dolor del presente, acurrucado entre mis ojos esperando para largarte en llanto. Te escribo cada vez con mas premura con mas deseos, con menos esperanzas, de manera mas contradictoria, con mas anhelos, con menos poesía, con mas honestidad, con mas desesperación, con menos tiempos, con mas cansancio, en fin, te escribo cada vez con menos vida.

Le petit mort


Hace tiempo que no te nombro, que ni a tus apodos me acerco, pero este día te reencuentro en las sabanas corridas y  entre muros silenciosos. Y en el colchón que no se termina de amoldar al solitario cuerpo que lo habita. Este día en particular por la hora y el lugar, por la madrugada y el frio, por la tan cruel cercanía entre tu rostro gélido y la blancura de tu piel, frágil como la porcelana. Recuerdo aquel beso, le petit mort, la forma en que en un mismo gesto fuiste presa de mis amores, y tu presencia se escurrió entre mis brazos cual arena que a la mar regresa. Empiezo a sentir la humedad de tu lengua sobre mis labios, y la saboreo; vuelvo en sí, ahora tu mano que torpemente roza mi pelo, y yo que me inclino para recibir tal caricia; alcanzo a  incorporarme para recibir tu mano fugaz que se pasea por mi pecho, y me tenso solo un momento, solo hasta sufrir el placer en pleno; adivino tu siguiente movimiento, te espero entre mi oído y mi cuello, y llega tu aliento cálido. Ahora tiemblo. Tu boca, el templo que se abre a mis deseos, a mis ruegos que susurra alguna cosa sin sentido, alguna cosa que de no estar me haría perecer, agonizante ante las llamas del silencio. Fragmentos. Y, así como llegaste, te vas. Nuevamente desapareces en medio de la noche, sin dejar más que la conmoción de tu presencia. Por un rato deseo que no hubieras vuelto, luego me resigno a la visita, y comienzo la cuenta regresiva sin nombrarte hasta la próxima madrugada. Ya siento, cual Edith, como mis músculos se vuelven sal y se endurecen hasta mis pasiones, por desobedecer el mandato de no mirar atrás. Y tú, mi Lot, que te vas sin derramar las lágrimas que mis ojos vuelven a llorar.
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2.5.13

Un segundo exilio.


Todavía le escribía hace un tiempo. Todavía le añoraba, hace un tiempo.
Le adoraba y complacia con mi ausencia.
Me inquietaba su presencia, y mis piernas se estremecían al verle,
y se disputaban la locura mis labios con mi corazón que parecía galopar al compás de sus pasos.
Mis brazos se balanceaban así como mis manos temblaban enfermas de pasión
sin poder ocultar la necesidad de tocar cada detalle de sus lunares,
y construir un camino en su espalda solo rozando apenas su piel blanca,
solo logrando erizarle la vida.
Tanto le amaba (hace un tiempo), que me entretenía describiendo sus ojos, almendros,
su boca algo indecente, su belleza casi obscena, y sus vulgares maneras.
Tanto me dedicaba a ofrecerle mansamente mis anhelos, que me dolían los músculos de pensarle,
y me ardían los recuerdos, pues al rememorarle lastimaba mis días, creyendo curar alguna herida.
Tanto le esperaba. Hace un tiempo, me había convencido hasta tal punto de su pronto retorno
que festejaba de ante mano, con ilusa alegría alquilada, y brillo en los ojos a cuenta.
Tanto le he olvidado ahora, que ni sus letras nombro, y su voz que se hace añicos en mis ventanas,
se perdió en la fría brisa de una mañana.

14.4.13

Mantener la pena.

Y llego el invierno, y no volvió.
Se cayeron las hojas, y paso el otoño.
Y no volvió en invierno.
Volaron las aves, se avino la lluvia
las flores se escondieron
pero no volvió.
El verde fue amarillo, y se torno gris
su lugar se convirtió en ausencia.
y el frío no lo encontró.
Su voz se dejo de escuchar,
los caminos que dejo atrás,
se escarcharon y no vino por mi..
Y llego el invierno, y no volvió
y lo que era el, desapareció,
Y no volvió en invierno.
Las promesas y los jazmines se marchitaron,
la estela de su movimiento se acabo
y este impasible tiempo, lo olvido.
Pero la amnesia no se tradujo en mi boca
que a su nombre llama y llora
Aunque este Junio no llego.

Y llego el invierno, y no volvió
y la sombra se hizo la canción.
Y no volvió en invierno.
Y llego septiembre, y paso
como paso octubre con su amor
Y no volvió, no volvió en invierno,
no volvió.
.

22.2.13

En invierno te necesito mas.


Vuelve en invierno, querido mio, que es cuando mas te necesito. Con el  fresco vuelven los llantos, la angustia y los recuerdos.
Vuelve con el frío, luz de mi alma, pues la soledad es cruda compañía y las alegrías escasean.
Tu calidez, Junio amante, necesito que retorne.
Tu voz de tierno romance devuelve la vida a mis sentidos.
Vuelve en agosto, corazón que me late, que en las noches tus sombras se tornan hostiles y la lucha endurece mi semblante.
Vuelve con chocolates, regalame tus susurros, acariciame con suspiros; que tu helada ausencia quiebra mis labios, y lloro, lloro y tu imagen, vida mía, queda en la almohada adherida.
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17.2.13

El día que volvió a morir.

Caer en el abismo y sonreír,
volver en si.
Desear ante tus ojos florecer,
mudar de ser.
Soñar con tu mirada penetrar,
entender mas.
Ahogarme por la dicha de tu piel,
saberte cruel.
Quererte esperar y no poder, 
desfallecer.
Saber que, ante la ausencia, volverás,
enloquecer.
Ansiar el describirte en un papel,
exorcizar.
Morir en la gaviota que mate.
No renacer.

4.2.13

"Dime cuando moriré que tengo miedo de faltar a la cita"

29.1.13

Camila demandaba lo imposible

Es difícil de explicar pero tengo la certeza de que Camila presentía sus llegadas, las de su Junio. Aun cuando las visitas no fueran acordadas o resultaran sorpresivas. No puedo explicarlo lógicamente, solo sé que ella lo sabia. Tal vez fueran los pajaros que rápidamente levantaban vuelo, o el aleteo espontáneo de alguna mariposa. Quizás se tratase del movimiento de las nubes que parecían acomodarse, o el de las ramas de los arboles que se bamboleaban meciendo a las hojas; o, incluso, ellas mismas, las hojas que de la desesperacion se tiraban al vació, apilandose unas con otras en la tierra. No lo sé, lo cierto era que Camila intuía sus llegadas.
Era algo de una belleza emotiva que daba gusto presenciar. Era su espalda que se tensaba hasta erguirse por completo, su mirada, repentinamente fija, que se clavaba en el cielo  como si fuera posible que Junio bajara volando acompañado de algún mosquito, o lo hiciera planeando lentamente de la mano de un paraguas, simulando un cuadro del viejo Magritte; el hecho era que se quedaba tiesa mirando la nada, espectante, y al mismo tiempo los vellos de sus brazos se erizaban poco a poco, y sus dedos comenzaban una silenciosa lucha que concluía con uñas esparcidas por el piso y cutículas rojas. Pero nada la distraía, todo le rozaba la sombra sin tocarla a ella, incluso la brisa que le despeinaba los cabellos y le hacia cosquilla apenas en la coronilla. No escuchaba, no respondía, solo se quedaba ahí, tan chiquilina, infantil, pequeña, tan mínima mientras el mundo tan solo la rodeaba.
Entonces llegaba él precedido por el sordo ruido de un aterrizaje, como dándole la razón a la absurda búsqueda aérea de los ojos de Camila, y todo se tornaba distinto, se percibía en el aire un cambio, se respiraba de otra manera. La atmósfera adquiría sabores dulzones con alguna nota cítrica. Todo se vislumbraba (al menos para mi, una simple voyeur de aquel ritual) a través de algún velo, adivinándolos a ellos dos del otro lado, lado sepia, algo antiguo, como aroma a hojas caídas en otoño, tal como sabría abril si se lo probara. No puedo describirlo mas que con una palabra: mágico.
Simplemente la rigidez y la espera de Camila se tornaban  otra cosa: ojos saltones que brillaban al tiempo que se les descubría un destello de luna; dedos que declaraban la paz para unirse a los de una mano mas aspera, la del hombre que encajaba con una perfección sin igual en sus espacios vacíos; labios que se relajaban y corrían alegres al encuentro de la boca que los recibía con la naturalidad de dos amantes de toda la vida.
La ternura de sus gestos, la infantil sencillez de aquel rito me embargaba de tal forma que me era difícil no participar en su dicha, y, a la vez, se volvía imposible no confiar en que aquella bienvenida había sido ideada hacia muchas estaciones por alguien poderoso que, a falta de alguna certeza, me contento con llamar destino.
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27.1.13

vivre sa vie


Jamás pudo olvidar la forma en que sus labios se tensaron hasta adquirir la rectitud de una línea; sus manos que se movían con rapidez acompañando las palabras que nerviosas corrían a través de aquella boca, otrora su única debilidad; la manera en que sus ojos se tornaron dos sombras que apenas se vislumbraban ante la oscuridad que los azotaba; la palidez de su rostro que, al contrario de otras veces, parecía apagarse hasta perder el tinte de naturalidad;  el sudor de su frente, coronilla y dedos,  que caía por su cabeza, espalda y manos, hasta perderse entre la ropa. Jamás pudo averiguar si era solo sudor o también había lágrimas; si era solo vergüenza, o había capas de pasados, puntas de presentes, notas de futuros.  Tampoco supo entender el alcance de aquellos fonemas sin sentido que escuchaba sin prestar demasiada atención, absorta en los labios finos, los ojos muertos, las manos bailarinas, la blancura del rostro, y la transpiración-llanto. No supo medir, en aquel instante, la volatilidad de las palabras que ni bien sonaban desaparecían en el viento, más rápido que el humo de un cigarrillo en la neblina. Pero aquellas palabras no sabían a nada, ni siquiera se adivinaba la muerte en ellas, solo se evaporaban sin significar, sin rasgos de semiosis, solo existían en un presente efímero. Jamás las pudo recordar. Sin embargo, la espalda que se alejaba  en la plaza, la insensatez de sus pies que no se movieron, las suplicas y reproches que se intercalaban en su mente pero que no nacieron, la certidumbre de que se estaban apagando las luces, y las campanadas de la Iglesia que irónicamente los vigilaba, se hicieron piel en ella. Y entonces no importaron las frases exactas, ni las promesas innecesarias para comprender que todo lo que en ella habían sido flores, ahora mostraban las espinas. Y lo triste fue comprender que el hecho de odiarlo, no la hacía quererlo menos.
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17.1.13

Quisiera una carta con preguntas.

Queridísima Julia:
                               He pasado por tantas lunas ausentes de sentido que perdí la cuenta de tu falta. ¿Seguirás usando el lazo que te regale?  ¿Conservaras aun los rulos? Cuantas preguntas me asaltan en las noches, pero no te exijo respuestas, es tan solo un monologo interno. Tanto me he hablado que no reconozco más que mi voz, que se apaga conforme pasan los otoños. Prometo, Julia que un día regresare las primaveras, aunque, si no me engañan mis memorias, vos preferías los inviernos.  Por ahora, este absurdo robo de estaciones, es lo que mantiene mis pies en movimiento, siempre corriendo entre el crujir de hojas  y alguna que otra lluvia. Sigo anhelando tu llegada, pero ya no espero tu replica, tu inacción me abruma por momentos, pero respeto tu silencio Julia, te respeto. Sostengo una carta con preguntas. Las horas vuelven a  estirarse, siento que esta carta ha durado más de lo que el reloj marca, sucede que la soledad, ¿cómo decirlo?... bien, no le encuentro el sentido a ella. No te aflijas con mis pesares, soy el hombre fuerte con el que te encontraste hace tiempo, solo que la ausencia pesa. Julia, tu nombre me sabe a almendros, y me sabe a abril. Te adivino en el aroma de la albahaca, y en el chispear del fuego; pero te exhalo Julia, lo hago como una patética defensa, y para verte de alguna forma. Todo lo que digo carece de valor pero lo hago por el puro ejercicio cotidiano de recordarte. Y así me voy despidiendo, lamentando si te importuné, codiciando tu retorno pronto, y muriendo en el intento de llegarte Julia querida. Adiós, gusto en evocarte y afán por memorizar hasta la geografía de tus lunares.

Lorenzo. 

11.1.13

Historia de mi muerte

Leopoldo Lugones

Soñé la muerte y era muy sencillo:
Una hebra de seda me envolvía,
y a cada beso tuyo
con una vuelta menos me ceñía.
Y cada beso tuyo
era un día.
Y el tiempo que mediaba entre dos besos
una noche. La muerte es muy sencilla.
Y poco a poco fue desenvolviéndose
la hebra fatal. Ya no la retenía 
sino por un sólo cabo entre los dedos...
Cuando de pronto te pusiste fría,
y ya no me besaste...
Y solté el cabo, y se me fue la vida.

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9.1.13


# Soy olvido, soy sujeto porque estoy presa de mis deseos, los cuales ansío sin pensar, y no puedo dejar de esperar. Soy el olvido de alguien más y ese caso me rasguña las vestiduras, me atraviesa como una daga porque a mí me fragmenta, y aquel no le sucede nada. Ojala el recordara que me olvido, e irónicamente me vuelva a buscar en algún sueño de verano, en una tarjeta postal, entre la multitud cantando el feliz cumpleaños, o en el compás del arroz con leche. Soy el deseo perdido de otros que no alcanzan a llenar mi bandeja de esperanzas, por eso me deshago entre noches y lágrimas, mías, otras, ajenas, propias. Soy yo tan solo el olvido, el hubiera, el pasado que no está; soy el fantasma de la navidad, un par de letras y un par de momentos que no volverán. 

3.1.13

Abaporu


Vos no existís, y yo tampoco, pero si acaso el universo se diera vuelta y resultara que estas sombras sin humanidad que habitan el infinito y en las que nos sentimos atrapados fueran reales, fueran más que espejismos, fueran espíritus encarnados; si se diera el caso de que existiéramos más allá de tus recuerdos y los míos, si se sintieran nuestras vibraciones fuera de los espacios que frecuentamos flotando sin rumbos;  si todas las pequeñas cosas que nos impiden continuar creciendo se quedaran sin alas para alcanzarnos, y si nuestros vuelos por fin tuvieran una razón de ser;  si sucediera que existimos, aunque sea en un orden distinto, cada tramo de nuestro trayecto tendría su analogía en el del otro, y seriamos uno solo, una sola vibración interminable que resonaría en los oídos del mas allá, que solo escucharíamos nosotros y algún diapasón perdido por ahí. Seriamos la misma persona  compartiendo la piel que nos abriga, tiritando en todo momento del puro placer de tocarnos a nosotros mismos. Participaríamos del mismo ritual cada noche,  solo escuchando el silencio, entendiendo lo no dicho, mirándonos con los ojos cerrados, porque aquel que serias también seria yo, porque siendo uno nos convertiríamos en el último cuartel de la ternura, en los militantes de la inocencia, en la resistencia misma peleando contra molinos de viento en una guerra sin trincheras. Y, aun no siendo, sos el mejor instante del que participo mi yo, que tampoco es.
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