3.1.13

Abaporu


Vos no existís, y yo tampoco, pero si acaso el universo se diera vuelta y resultara que estas sombras sin humanidad que habitan el infinito y en las que nos sentimos atrapados fueran reales, fueran más que espejismos, fueran espíritus encarnados; si se diera el caso de que existiéramos más allá de tus recuerdos y los míos, si se sintieran nuestras vibraciones fuera de los espacios que frecuentamos flotando sin rumbos;  si todas las pequeñas cosas que nos impiden continuar creciendo se quedaran sin alas para alcanzarnos, y si nuestros vuelos por fin tuvieran una razón de ser;  si sucediera que existimos, aunque sea en un orden distinto, cada tramo de nuestro trayecto tendría su analogía en el del otro, y seriamos uno solo, una sola vibración interminable que resonaría en los oídos del mas allá, que solo escucharíamos nosotros y algún diapasón perdido por ahí. Seriamos la misma persona  compartiendo la piel que nos abriga, tiritando en todo momento del puro placer de tocarnos a nosotros mismos. Participaríamos del mismo ritual cada noche,  solo escuchando el silencio, entendiendo lo no dicho, mirándonos con los ojos cerrados, porque aquel que serias también seria yo, porque siendo uno nos convertiríamos en el último cuartel de la ternura, en los militantes de la inocencia, en la resistencia misma peleando contra molinos de viento en una guerra sin trincheras. Y, aun no siendo, sos el mejor instante del que participo mi yo, que tampoco es.
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