17.1.13

Quisiera una carta con preguntas.

Queridísima Julia:
                               He pasado por tantas lunas ausentes de sentido que perdí la cuenta de tu falta. ¿Seguirás usando el lazo que te regale?  ¿Conservaras aun los rulos? Cuantas preguntas me asaltan en las noches, pero no te exijo respuestas, es tan solo un monologo interno. Tanto me he hablado que no reconozco más que mi voz, que se apaga conforme pasan los otoños. Prometo, Julia que un día regresare las primaveras, aunque, si no me engañan mis memorias, vos preferías los inviernos.  Por ahora, este absurdo robo de estaciones, es lo que mantiene mis pies en movimiento, siempre corriendo entre el crujir de hojas  y alguna que otra lluvia. Sigo anhelando tu llegada, pero ya no espero tu replica, tu inacción me abruma por momentos, pero respeto tu silencio Julia, te respeto. Sostengo una carta con preguntas. Las horas vuelven a  estirarse, siento que esta carta ha durado más de lo que el reloj marca, sucede que la soledad, ¿cómo decirlo?... bien, no le encuentro el sentido a ella. No te aflijas con mis pesares, soy el hombre fuerte con el que te encontraste hace tiempo, solo que la ausencia pesa. Julia, tu nombre me sabe a almendros, y me sabe a abril. Te adivino en el aroma de la albahaca, y en el chispear del fuego; pero te exhalo Julia, lo hago como una patética defensa, y para verte de alguna forma. Todo lo que digo carece de valor pero lo hago por el puro ejercicio cotidiano de recordarte. Y así me voy despidiendo, lamentando si te importuné, codiciando tu retorno pronto, y muriendo en el intento de llegarte Julia querida. Adiós, gusto en evocarte y afán por memorizar hasta la geografía de tus lunares.

Lorenzo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario