11.4.14

Cartas a Junio.

Junio:
            Te escribo esta carta para distraerme la mente, pero lo único importante que tenes que saber es que te escribo para no decirte nada. Lo hago así porque las ideas parecen fluir mas libres. 
Te escribo esta carta que vale por las quinientas que deseche, pero eso no lo tenes que saber. Hoy, mirando una serie, vi algo que me hizo pensar en vos, en las ganas que tengo de decirte mil cosas, o no, mejor no te digo nada y te escribo para eso. En realidad lo único que quiero es que seas vos quien quiera decirme algo, y recibir una carta que no diga nada, incluso que este en blanco, pero que te pertenezca.
Te escribo para contarte que llovió toda la tarde, y que hace tiempo que no me gusta mas la lluvia; que en las gotas te mire y sentí que vos también me mirabas desde otras gotas a través de la ventanilla de la ventana de un auto, y me preocupe, al punto de que sigo pensando. Pero borralo esto porque no te escribo para contarte alguna cosa, vos todo lo sabes y yo nada se cuando vos ocupas entera mi cabeza. Pero esto tampoco te pertenece. 
En fin, te escribo porque siento que se me desbordan los recuerdos, e intuyo que tenes ganas de recibir una carta, sin importarte lo que en ella se diga, solo por el hecho de que este destinada a tocar tus manos, desnudada por tus ojos, y te pertenezca... Justo ahora no se si estoy hablando de ella o de mi, que quiero justamente lo mismo de vos que aquello que vos queres de la carta. 
Yo soy la carta que escribo para no decirte que te amo.

 Camila.

8.4.14

Rosebud

La cantarina voz del viento, arrullo de la noche fría, se mecía entre los oídos pequeños de una virginal muchacha. Había un dejo trágico que hacia temblar las hojas de los arboles, y en el se adivinaba una ausencia. El polvo de las calles se arremolinaba y formaba graciosas siluetas que danzaban y se perdían en la noche, danzaban y corrían su tiempo efímero, danzaban y se paseaban unas con otras hasta estallar en el pavimento. Sombras de la oscuridad que se adherían a los muros y se fusionaban con recuerdos, y entre tanto soplaba un aire húmedo que susurraba temblando "Rosebud", y aun sin llegar a darse a entender, provocaba conmoción en la pequeña de ojos profundos que llenaba sus pulmones y exhalaba poemas, canciones, versos, flores y lluvia. Sobretodo lluvia. Lluvia con gotas frías que resbalaban, se unían, paseaban, y, tanto el viento como su boca desesperada, las esperaban para hacerlas saliva, y nuevos gritos que la noche sigue meciendo aun hoy. 

7.4.14

Monologo

Había en aquella muchacha un soplo de temor. Caminaba danzando su tango lento, y aun en sus pequeños pasos se adivinaba el miedo. Le susurraba al viento su monologo:

.- "Te temo a ti y a morir por un cruel desencuentro con tus ojos; que no me mires y convertirme en ausencia. Que el espectro sea yo, pero sin rosas esta vez. Que tus ojos no posados en mi tengan el poder de quitarme humanidad, carne y sangre. Pánico, pánico a que esa mirada tuya, otrora seductora, hoy no me toque, ni me roce, ni se acerque a mi por tanteos torpes; no me busque, no me halle, y entonces convertirme en silueta descolorida, sombra vaga entre otras gentes. Y todo lo propicien esos dos ojos tuyos que antes hubieran muerto a dejar de mirarme, y hoy se cierran y se abren sin participarme de ello. Que cada pestañeo sea un día y el tiempo que media entre ellos la noche; que me resten vida poco a poco hasta que un día el pestañeo se vuelva lento, se corte en silencio, y ya no me de cuenta ni del paso del tiempo. Y, entonces, el beso de tus ojos se vuelva frió, y el brillo de los míos opaco, y se desenrede la madeja de mis días hasta desasirme del ultimo cabo. Entonces tus ojos se cierren y se me vaya la vida."