7.4.14

Monologo

Había en aquella muchacha un soplo de temor. Caminaba danzando su tango lento, y aun en sus pequeños pasos se adivinaba el miedo. Le susurraba al viento su monologo:

.- "Te temo a ti y a morir por un cruel desencuentro con tus ojos; que no me mires y convertirme en ausencia. Que el espectro sea yo, pero sin rosas esta vez. Que tus ojos no posados en mi tengan el poder de quitarme humanidad, carne y sangre. Pánico, pánico a que esa mirada tuya, otrora seductora, hoy no me toque, ni me roce, ni se acerque a mi por tanteos torpes; no me busque, no me halle, y entonces convertirme en silueta descolorida, sombra vaga entre otras gentes. Y todo lo propicien esos dos ojos tuyos que antes hubieran muerto a dejar de mirarme, y hoy se cierran y se abren sin participarme de ello. Que cada pestañeo sea un día y el tiempo que media entre ellos la noche; que me resten vida poco a poco hasta que un día el pestañeo se vuelva lento, se corte en silencio, y ya no me de cuenta ni del paso del tiempo. Y, entonces, el beso de tus ojos se vuelva frió, y el brillo de los míos opaco, y se desenrede la madeja de mis días hasta desasirme del ultimo cabo. Entonces tus ojos se cierren y se me vaya la vida."

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