8.4.14

Rosebud

La cantarina voz del viento, arrullo de la noche fría, se mecía entre los oídos pequeños de una virginal muchacha. Había un dejo trágico que hacia temblar las hojas de los arboles, y en el se adivinaba una ausencia. El polvo de las calles se arremolinaba y formaba graciosas siluetas que danzaban y se perdían en la noche, danzaban y corrían su tiempo efímero, danzaban y se paseaban unas con otras hasta estallar en el pavimento. Sombras de la oscuridad que se adherían a los muros y se fusionaban con recuerdos, y entre tanto soplaba un aire húmedo que susurraba temblando "Rosebud", y aun sin llegar a darse a entender, provocaba conmoción en la pequeña de ojos profundos que llenaba sus pulmones y exhalaba poemas, canciones, versos, flores y lluvia. Sobretodo lluvia. Lluvia con gotas frías que resbalaban, se unían, paseaban, y, tanto el viento como su boca desesperada, las esperaban para hacerlas saliva, y nuevos gritos que la noche sigue meciendo aun hoy. 

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