20.11.13

Me haces doler el cuerpo.

17.11.13

# 7

Los dias pares a Camila se le daba por cantar canciones tristes: tangos, blues, boleros. Se le daba por caminar sin rumbo en lugares solitarios, calles de tierra, barrios vacios, y cantar a los gritos imaginando historias espiraladas que se mordian la cola, que eran una sucesion despareja de pensamientos desordenados sin final y que volvian a empezar.  Le gustaba la creencia de que en estos paseos se inspiraba y podia escribir cualquier cancion sin el deber de pasar por Junio, sin que este sea su punto de partida, musa o lugar de llegada. Se le daba por reirse de los dias impares y sus canciones sonsas, por llorar los años biciestos y los abriles nordicos sin otoño, por sentarse para buscar la belleza en alguna flor, rama o paloma y luego recordar que la naturaleza nunca la habia conmovido de la manera en la que lo hacia ese nombre-hombre: de esa manera que comenzaba por un fuerte nudo en la garganta que le impedia emitir mas sonido que un lastimero gemido, seguia por aquel temblor en las piernas que la dejaba plantada cual estatua sin poder correr, e inmediatamente los bellos de los brazos que se le erizaban, el corazon que se aceleraba, la respiracion que comenzaba a fallarle y entrecortarse,  los ojos vacios con la mirada fija reflejando en alguna lagrima suelta la figura de aquel hombre-nombre, y finalmente la sensacion de que el mundo ya no volveria a ser el mismo, que se habia detenido en ese instante  tan suyo (instante tiempo e instante lugar), honesto y atemporal; entonces, las dudas, la reflexion y la imagen (siempre la misma) dandole lugar al despertar, el volver a oir los autos, los ladridos, las charlas cotidianas y el no entender ¿Cómo se puede seguir viviendo? ¿Cómo caminar, tomar un colectivo, hacer la cola en el banco, pagar la luz o comprar pan? En fin ¿Cómo seguir adelante haciendo cualquier cosa que le demande volver a ser ajena a su momento?.
Los dias impares, sobre todo si caian en martes, se le daba por sentarse en las raices de un arbol un rato a mirar la plaza, sopesar ideas, planificar rescates, imaginar soluciones, improvisar versos, y hasta creer inocentemente, durante estas pausas, que se podia arreglar lo roto, y que no habia pasados por vengar.
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