18.7.12

Un julio.

No me leas que no quiero tener que mentir, ni decir lo que no es para no lastimarte. No me leas que se me acaban las palabras si se que las recibís, se me desbordan en dos renglones y no me queda nada que dedicarte. No me leas que voy a cambiar mi forma de escribir, voy a silenciarme y hablar de pavadas. No me leas que re-acomodar las letras es como censurar los recuerdos, y no hay que ser impune al derecho de las palabras. No me leas si crees que puede doler, si intuyes que mis pesares son reflejos de los tuyos. No me leas si no pensas volver, si planeas alejarte de mi opaca sombra . No me leas cuando estés con ella que no las va a entender, que se va a reír de lo que en mi es sufrir. No me leas para saber de mi cuando no te animas a venir. No me leas por cobardía, y no me leas por valentía. No me leas creyendo que cada letra te describe, que cada coma te pertenece, que cada acento te pinta de cuerpo presente en mi mente. No me leas cuando mi lápiz, papel, y sentimientos ya no se te someten.

12.7.12

Se soñaba

Se soñaba pequeña. Creía en los mismos cuentos que creaba, donde caballos blancos, donde mariposas, donde jazmines, donde soles y tardes se cruzaban. Se veía chiquita. Jugaba a escribir que sus hazañas no eran las suyas, que lo que dejaba en el papel no eran retazos de la misma vida. Se soñaba pequeña. Mezclaba los recuerdos, los desordenaba sin darles importancia, no la azotaban los olvidos. Tenia una cajita tan chiquita como ella donde guardaba dos papelitos que se habían resbalado debajo de una puerta, una foto de dos amantes irreconocibles, un anillo ruleman, un llavero viejo y sucio, un par de acordes, varios rulos robados, e incontables entradas de cine que delataban su edad en el amarillo de sus papeles. Se juzgaba infantil. Atesoraba violetas, verdes y naranjas, Julios, abriles y eneros, lapices, flores y revoluciones. Buscaba, en vano, que todos ellos se fundieran en si mismos, formaron un todo, una nada, fueran un único dolor. Se soñaba pequeña. Actuaba sobre escenarios vacíos, con espectadores ausentes, butacas vacías, canciones pasadas de moda, vestidos raídos. Estaba sola y llenaba las tablas, las hacia llorar, las hacia reír, las hacia volar, y creer. Se soñaba pequeña entre sabanas desordenadas, pero abrazada a un recuerdo helado pero no solitario. Se soñaba pequeña, cantarina y brillante. Se dejo de soñar pequeña, se dejo de soñar, se dejo... Fue entonces cuando la atrapo el abril otoño, el abril hojas caídas, el abril desnudo, desde que la aferro se mantuvo estática. Y se soñaba grande, y se soñaba mujer, y se soñaba fría como el junio que la acompañaba. 

4.7.12

Helene Vary

Venia imaginándose como iban a darse las cosas, de que forma íbamos a saludarnos, cómo los rostros iban a confundirse y estrecharse en un beso por azar, la manera en que sus ojos atónitos iban a buscar los míos inquiriéndolos y cómo ellos iban a responderle con un brillo sin paragón que lo embriagara de tranquilidad, y entonces sus labios iban a pedirse de nuevo, iban a satisfacerse y volver a empezar, sus manos temblorosas iban a buscar sus cabellos. Había ensayado unas breves palabras de sorpresa, unas cuantas letras sueltas, tenía en la manga varias frases hechas, tenía escogido el momento para decir cada una, tenia hasta los tonos. Pensaba sonreír con naturalidad, despedirse como viejos amantes reencontrados que se saludan despreocupadamente sabiendo que se conocían hasta los huesos, y que este saludo no era el último, como no lo había sido anteriormente. Guardaba desde hacia mucho unas cuantas miradas con ojos vidriosos, gotas al caer, y alegría en el semblante, que estaban reservadas para Junio, para Ringo, para Cacho, para, para, para... Todo lo tenia en la mente, con la ilusión de realizarse. Deseaba persistir en el error de las segundas oportunidades, y escapase de la mentira de volver a empezar, y a pesar de todo sabia que pasara lo que pasara, nada iba a cambiar sus ayeres encumbrados.