18.8.13

Lagrimeo

Lagrimeo. Se me cae una palabra. Paciencia. Se escurre entre las pecas y va bailando sin freno, enloquecida por el insólito placer de sentirse libre. Se me cae otra, y esta se retrasa en mi parpado, duda, dibuja el contorno de mi ojo izquierdo, y se tira al vació, rueda cuesta abajo y termina fusionándose con el viento. Lagrimeo. Se me pierde una canción. Se fuga entre remiendos de pantalones, sospechas de regresos y pizcas de cielo. Corre a través del páramo de la ausencia, en soledad, y ve caer las palabras como un manantial, las toma, las incorpora y ríe. Me ha robado una vez mas. Lagrimeo. Sollozo, caen las tardes de agosto, un cuento infantil mal leído, y una rebanada de tu nombre. Ironía es que se pierda aquello que te nombra pero no tu recuerdo. Suspiro. Atravieso el desierto. La arena y las sombras me rodean, y vuelvo a perder un par de palabras. Dios. Fin. Ellas ruedan por el papel y mi cara. Tontamente van a estrellarse en mi nariz y se hacen una, que sigue por la comisura de mis labios hasta penetrar en mi boca dejándome el inconfundible sabor de una oración perdida. Y así me convierten en atea e infinita a la vez.

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