15.12.12

# 6

 Camila estaba sentada en su cama pensando. Tenia los ojos ausentes, llorosos, colorados, frágiles, acompañados por una mirada solitaria, fijada en un punto lejano, perdida, como absorta en un mas allá. Se estaba auto mirando, descubriéndose a si misma, y se veía en Junio en la calurosa noche de febrero en la que lo conoció tocando en un viejo bar de la ruta; se observaba en las hojas amarrilentas y crujientes de los arboles del abril que los conoció verdaderos, en el mismo color sepia de las cartas que se había cansado de escribir en las que había marcado las primeras letras que merecía su Junio; se reflejaba en las traslucidas y frías gotas de lluvia que chocaban en los vidrios de su ventana en invierno, en el momento antes de estallar en risas cuando unas manos cálidas la tomaban y la abrazaban estrujándole el cuerpo con fuerza, como con miedo a un improbable escape; y se miraba en mucho mas, en la repetición de una cara que no le era propia, que era la misma pero con años de diferencia, que era sorpresa mezclada con reencuentros, que era emoción con algo mas de amor.
Sentada sobre aquel colchón, Camila, sentía los murmullos de esas paredes que guardaban la voz de Junio (el junio tiempo y el Junio hombre), las promesas de futuro susurradas entre abrazos y lágrimas, como las que ahora mismo recorrían sus mejillas. Entre sus ojos y el mundo había un velo donde se proyectaban sus pasados haciendo que llueva en el presente. Se proyectaba la película del día del primer beso, cuando un festejo absurdo devino en abrazo que resvalo en beso y luego sorpresa; el film de algunas tardes frías que pasaban sentados en algún banco de la plaza del centro, o en alguna vereda cercana al San Juan Bautista, en donde se escondían y besaban, charlaban de pavadas, reían como amigos y planeaban complots contra el tiempo, puras utopías, fracasos alegremente anunciados.
Camila recordaba, además, las ultimas palabras antes del abismo "Lo siento querida fue todo culpa mía", y la aparejada sensacion tan honda de no saber convivir con la felicidad.
Tan fijo miraba que se le cansaron los ojos, se recosto y durmió. En el sueño corría entre septiembres y octubres luminosos, escuchando canciones largamente conocidas, escapando de amarguras enraizadas entre sus labios. Soñó con hombres que desaparecían. Soñó que sentía un dejavu, que se ponía a llorar, y mientras, la almohada en que su cabeza apoyaba, se humedecía tristemente.
Posted by Picasa

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