18.1.10

El arte de sonreir

Una sonrisa no siempre es clara, no siempre es limpia, no siempre es linda. Una sonrisa aveces miente, aveces esconde, aveces aparenta ser lo que no es. Una sonrisa no siempre es alegría, no siempre es felicidad, no siempre es emoción. Una sonrisa es la mascara mas común para esconder el verdadero sentimiento que se lleva adentro. Hay que desconfiar de las sonrisas, hay que analizarlas, hay que saber interpretarlas. La sonrisa no es por si misma, es por el contexto, es por el resto de la expresión, es por lo que simboliza. Una sonrisa que no llega a los ojos es falsa. Una sonrisa que opaca los ojos es traicionera, no es lo que pretende mostrar, es cruel. El morbo colectivo censura las razones y los porques, y se queda con la frivolidad del gesto, aceptando su veracidad solo por el disfraz, solo por el echo en si. El masoquismo nos obliga a mostrar sonrisas embusteras, sonrisas tristes, sonrisas vacías, sonrisas cargadas de emociones negativas. Estas son las peores sonrisas porque destilan mentiras, muerden los corazones, arden en los ojos, y duelen en el alma. La sonrisas claras son lo mas grato que se le puede regalar a unos ojos anhelantes, pues son tan emotivas como hermosas, son reales y eso es decir bastante en este mundo. Responden preguntas, se acostumbran a la alegría, se ponen coloradas cuando las miran, y no pueden dejar de llamar la atención pues son únicas, aun cuando son las mas simples.
El sonreír es un arte, y es tan maravilloso como terrible.

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