29.1.11

Catarsis, lo de siempre.

Escribía con la esperanza de encontrar entre las letras los recuerdos que lejos habían quedado. Escribía por el puro placer de sentir al lápiz deslizarse dibujando símbolos que todos podían entender. Escribía para hacer bailar las ideas. Escribía porque entre las palabras encontraba códigos todas las veces distintos. Escribía para luego leer lo que le pasaba. Escribía tan solo porque el papel se lo pedía. Escribía pues la hoja en blanco la irritaba. Escribía quizás para emocionar a quienes con su voz no podía llegar. Escribía pues no sabia expresarse de otras formas. Escribía porque con cada frase, con cada palabreria se reflejaba, se conocía. Escribía porque dentro de las paredes de su mente, dentro de la caja de secretos, dentro del arcón de sus recuerdos, había algo que pugnaba por salir. Escribía de manera anhelante, de manera enloquecida; sus agobios, sus miserias, sus victorias, sus tristezas. Escribía como si de eso dependiera la vida, como si en cada letra, en cada acento, en cada coma, en cada punto se jugaran los amores contrariados, se jugara una partida de poker de la que dependía su tranquilidad. Escribía con las palabras brotandole de la boca, saltando, pasando al papel, impregnándose de sentidos. Escribía con la certeza de que era su único escape, con la esperanza de ser comprendida. Escribía y sus textos se convertían en jueces de sus ideas, de sus sentimientos. Escribía aunque las palabras se le transformaban en enemigos intimos, en adorables opuestos. Escribía aunque al leerse no se hallara. Escribía aunque con el paso del tiempo no se reconociera. Escribía para dejar sentados los antecedentes del hoy. Escribía pues la poesía es el único arma cargada de futuro. Escribía para lavar sus culpas, para alumbrar su oscuridad, para redimirse. Escribía con ardor. Escribía con rencor de loca encerrada en sus desvaríos. Escribía y se deshacía con cada punto. Escribía para llorar junto al papel. Escribía y acompañaba el crecimiento de sus escritos. Escribía y guardaba luto por sus obras terminadas. Escribía y te buscaba en los espacios en blanco. Escribía y enmudecía de temor de no encontrarte a la vuelta de una reflexion. Escribía, y se leía, y se reconocía. Escribía y caía en el abismo. Escribía y se levantaba. Escribía y volvía a llorar.

4 comentarios:

  1. Anónimo29/1/11

    y yo te escribo porque me encanta cuando escribis...

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  2. Anónimo7/2/11

    Nací de tus palabras...

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  3. anonimo27/2/11

    que maricon esconderse en el anonimato :P

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