10.6.09

Esta es la historia de un sabado de no importa que mes y de un hombre sentado al piano, y no importa lo viejo que es. Toma el vaso y le tiemblan las mano apestando entre humo y sudor, y se agarra a su tabla de naufrago volviendo a su eterna cancion. Cada vez que el espejo de la pared le devuelve mas joven la piel, se le encienden los ojos y su niñez viene a tocar junto a el. Toca otra vez, viejo perdedor, haces que me sienta bien. Es tan triste la noche que tu cancion sabe a derrota y a hiel. Ella siempre temia echar raices, que pudieran sus alas cortar. Y en la jaula metida la vida se le iba, y quiso sus alas robar. No lamenta que des malos pasos, aunque nunca desea su mal, pero a ratos, con furia, golpea el piano y hay algunos que le han visto llorar.

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