27.9.12

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Se escuchaban aun las risotadas de aquel colchón que nos deja siempre dolor de espaldas, y, sin embargo, nos gusta hacerlo allí; nos gusta acurrucarnos en sus huequitos  y escuchar el eco de nuestros cuerpos, y de otros recuerdos, de otros amantes que eramos en el pasado. Nos gusta el colchón aunque nos duela la espalda porque es nuestro, porque nadie lo profano, todavía guarda el aroma a adolescentes descubriendo el amor, a jazmines creciendo de a poco, a lunares que extrañan besos...Se escuchaban sus risotadas, sus burlas, su pasivo enfrentamiento con nosotros que lo molestamos y le hacemos cosquillas; el se venga deformándose hasta incomodarnos, entonces caemos al piso, rodamos y nos reímos del brillo en los ojos nuestros, de las formas del colchón, del enredo de las sabanas, y, sobre todo, de nosotros que tardamos años en volver a abrazarnos. 

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