Nuestra ropa esparcida por el suelo de mi habitación, y el frió que trae la mañana de julio, nos hace ver que, fue anoche cuando abandonamos lo que somos, cuando nos despojamos de lo que eramos hasta entonces, en virtud de ese momento de novedad. Al fin vemos, que lo que dejamos caer, lo que dejamos atrás ayer en la noche fue un poco mas de lo habitual, y la certeza de que cuando veamos nuestra ropa tirada otra vez, en cualquier alfombra o en cualquier mañana fría de un mes sin nombre, seremos otros sin importar lo anterior, o, aun mejor, como consecuencia inmediata de la ultima habitación de noche de este mes sin estrellas que quedo en el ayer; el ayer mas anterior que una sola noche.
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