8.7.11

Armar toboganes


¿Cuantas estadías perderemos en buscar escaleras al cielo? Mi amigo, las escaleras no son seguras, ya habrás oído decir. Las escaleras suben y bajan, y se amarran a jerarquías estáticas; ya todos sabemos que hay que desconfiar de las jerarquías, y de las escaleras. De todo lo estático, porque esta quieto, no hay movimientos, se estanca siempre en el mismo lugar, siempre un veinticuatro de abril; se marchita y deja de tener importancia.

Todos sabemos lo que hay que hacer, romper los escalones, limarlos, y que aparezcan toboganes. Dinamismo, movimiento, cuando cambio, frescura. Caen las vacas sagradas, patinan por el tobogan, y vuelven a subir, para luego bajar nuevamente. No se quedan mas de un instante en la cima, y resvalan. Caen con las manos abiertas, los brazos en alto, sonriendo y festejando su vulnerabilidad. Gritando histericos ¡Vivan los toboganes!

Pero, no nos engañemos, amigo mio, todo tobogan tiene su lado oscuro, turbio, misterioso, venenoso, su lado escalera. Los toboganes y las escaleras son el cara o seca de las fronteras, dividen, debaten, pero siempre van de la mano.

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