Molly sonríe simplemente aunque todo se derrumbó a su alrededor. Molly quiere saber que esta pasando, no entiende que su vida esta cambiando. Experimenta distintas sensaciones, nuevas sensaciones. No comprende realmente los alcances de sus pensamientos. Molly crece alegre, mirando con esos ojos puros, con su mirada cristalina, con su sonrisa fresca. Le canta a la vida y a sus amigos. Esta segura que nada puede ser tan malo como para no sonreír. Sabe que las tristezas acaban en las risas, al igual que las risas en el llanto, como una redención infinita. Molly esta aprendiendo que nada es eterno, pero eso esta bien. Todavía no se dio cuenta que mañana sera diferente. Cada día es distinto, pero siempre igual para ella.
Duerme tranquila pues esta acostumbrada a que alguien vele por ella, a que alguien cuide sus sueños. Tiene esos rasgos tan inmaduros, esos pensamientos tan pequeños, simples por ellos mismos pero complejos en su conjunto. Profundamente dormida, imagina la vida que quiere, pinta utopías con su pincel. Esta en otro universo que lo ve tan cierto como el real, es verdadero para ella, y no importa que digan los demás, es su universo, es su mundo y es como ella lo crea. Es su pequeña eternidad.
Sus abrazos son tiernos y llenos de paz, transmite mas de lo que se da cuenta. Brinda todo su ser con solo palabras, con solo acciones, con movimientos involuntarios. Es especial, es mínima, es poderosa, es dolorosamente sensible. Es transparente y parece asustada. Molly es como una flor de jazmín, con su aroma particular, con su personalidad exquisita. Es lo precisamente todo lo que se puede esperar de una niña pequeña, con sorprendentes pinceladas de madurez que surgen de improvisto. Lo mas importante que tiene es su respeto hacia la vida, no sobrevive, no pasa inadvertida por el mundo, deja huellas en su tiempo, en sus contemporáneos.
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