El que extingue los infiernos de mi mente y aviva las llamas de este cuerpo mio. Quien no alcanza con el tiempo al visitarme, y rebalsa de momentos a pesar de ello. El que regresa a casa después de ciclos solares completos, con la misma expresión en el rostro surcado de pasados. Quien de solo alzar su voz provoca movimientos en mi vida funesta hasta allí. El que por solo ausentarse se impregno en los muros del subconsciente mio (y en los sueños). Quien por solo desaparecer fue canción, fue dolor, fue poema y flor. El que al despedirse se quedo, se mantuvo estancado en la juventud de mis memorias. Quien por solo insinuarse en la oscuridad, se transformo en presente, en proyecto, en esperanza, en realidad. El que soporta el calor de la luz en sus manos repletas de historias. Quien al volver creció y cambio, pero sigue reconociendo el camino -largo y sinuoso- a mi puerta. El que tan solo por estar en mi ojos se refleja maravilloso. Quien mueve sus brazos y estremece mi espalda. El que al recordar me revive, me hace especial, me transforma en mujer, en ave, en amor.
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