Verás como corre la arena por entre tus dedos; y eso sólo representará un segundo en tu tiempo. Verás como se desarman las nubes en el cielo; y eso sólo pasará en un minuto para ti. Verás como las mariposas nacen, crecen, y mueren; y eso sólo será un día para ti. Verás como las hojas de los árboles cambian de color y se caen; y eso sólo significará una estación más. Verás como un sonrisa se transforma en mueca y luego en llanto; y eso sólo se convertirá en un ciclo común. Jamas te pondrás a pensar en estos maravillosos momentos, porque no se llevan mas que un corto lapso en tu camino, pero un día, sin motivos aparentes, sin planearlo, te descubrirás calculando cuantas mariposas has visto morir, cuantas estaciones pasaron por tu cara, cuantas nubes se armaron sobre ti, cuantos granos de arena corrieron por tu camino, calcularás cuantas risas y cuantos llantos hubo. Repentinamente entenderás la naturaleza del tiempo, no sabrás como llegaste a tal revelación, y no importará la forma, sino el contenido. Te encontrarás, entonces, desbordado por la verdad, por la tristeza de no haberlo entendido antes, por la alegría de saberlo al fin. Querrás explicárselo a todos, a tus queridos, a tus vecinos, a tus amantes de turno, a tus amores olvidados, a tus desamores del pasado, a tus amigos de la infancia, a tus viejos que nunca lo supieron, a tus hijos y a los suyos. Querrás que nadie se prive de vivir este soplo del viento que es la vida. Pero nadie te escuchará hasta que este listo para entenderlo. Querrás regresar el tiempo, tan solo un poquito, para disfrutarlo un poco mas. Gritarás y odiarás al más allá, al más acá, a los cielos, a los evangelios, a aquel Dios en el que todos creen y al que lo miras con recelo. Estarás enojada por no haberlo sabido antes, por no haber podido aprovechar de la sabiduría todo el camino. Y, al fin, una ráfaga de redención te despeinará el cabello: todavía hay tiempo, siempre hay tiempo.
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