Por momentos siento que puedo arreglarlo todo, pero luego viene tu silencio que es tan eterno como irremediable; tu silencio que es ausencia que me abraza y me destroza. Camino los días con la esperanza de encontrar la curvatura, la puerta, el error, el agujero que me devuelva lo perdido, que me traiga el pasado nuevamente, que me rencuentre. Y al final del día lo único que queda es el vacío, el cansancio de la búsqueda frustrantemente inútil. Entonces solo queda tirarme a dormir anhelando no encontrarte allí, o volver eternos los sueños, volver realidad las noches, y pesadillas los días. Pero se acerca la mañana cruelmente rápido, y los ojos no aguantan la falsedad de estar cerrados, vuelven a abrirse y comienza la caminata incesante.

Puede parecer estúpido pero este sube y baja con el que juego a vivir es mi remedio para tu partida, el antibiótico para nuevas heridas, pero solo funciona con mis desvelos. Ay, si pudiera controlar a mis ensueños! Si pudieran recetarme las pastillas que reclama Joaquín, las que me impidan soñarte… A veces creo que es mas fácil volver el tiempo atrás con una maquina que poder hablarte, entonces escribo con la intención de que un día, quizá muy lejano, seas vos quien lea, quien piense, quien haga, quien diga, quien necesite de mi para seguir. Este es el secreto de mi talento, tan solo un plan maestro por el cual leas, te reconozcas entre los puntos y los acentos, desvistas con tus manos este libro y mientras se caigan las páginas, también se caigan mis prendas ante tus ojos, como se han caído las estrellas en tu sonrisa la vez que te conocí. Y, siempre voy a ser la simple niña petiza de cabellos ondulados, piel blanca y pecas que un día te dijo que te amaba, te beso con todo el amor que existía en el mundo y se abandonó a tus pestañas con todos sus secretos y deseos. Para siempre, y pase lo que pase, no habrá amor mas grande que el que pueda darte esta sencilla persona que te escribe y describe a lo lejos.
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