Junio:
Ante tus
ojos tienes a la mujer innombrable que te enseño lo que era ser amado. Una
mujer que pasó de ser solo una –M suelta en un papel, para convertirse en poema
con todas las letras. Junio, ante ti se descorren todos los tules que te
separaban del delirio vulgar incoherente peligroso y fatal que solo puede
encerrarse en la palabra Camila, lo que para ti es un sinónimo de amor. Esta mujer que soy yo, te escribe mientras
recuerda al unicornio azul que se le perdió, aquel que la abandono para dejarle
espacio a tu presencia que se avecinaba como poderosa. Ante tu rostro me
sonrío, se sonríe Camila, y me sonrío yo, la real; y es solo para vos,
Junio.
Ante tus
ojos hay un metro sesenta y cuatro de pura locura pecosa que se desvive por
aprender a quererte bien. Y hay un poco
mas, hay atardeceres en la plaza, días lluviosos en mi cama, besos en los
lunares, tardes en tu auto, besos esparcidos por bocas ajenas, labios nerviosos temblorosos que esperan ser
para ti tentación, respuesta, compañía; ojos llorosos colorados brillosos (brillo sos), que
pretenden llevarte a pasear por sentimientos, recuerdos, verdades.
Ante ti,
parada, erguida, digna, esta parada la mujer que dejo de ser niña con tu
despedida, que aprendió a cuidarte a la distancia, que se convirtió en
poetiza por la fuerza, por la necesidad
de no olvidarte. Junio, estoy parada ante ti para mirarte a los ojos
cuando te diga que estoy orgullosa de ser lo que soy y de amarte como lo hago desde el día en que te vi, cuando todavía no era
Camila, ni vos Junio; eso vino después.
Comprendo que te asuste pero debes de saber que ante ti
tienes parada a una mujer inconmensurable que solo se mide en tus ojos, que solo se recuesta en tu pecho, que solo
duerme en tu compañía, que esta segura de quien es y de quien eres, y que te
vuelve a elegir cada día.
Camila.
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