Venia imaginándose como iban a darse las
cosas, de que forma íbamos a saludarnos, cómo los rostros iban a
confundirse y estrecharse en un beso por azar, la manera en que sus
ojos atónitos iban a buscar los míos inquiriéndolos
y cómo ellos iban a responderle con un brillo sin paragón
que lo embriagara de tranquilidad, y entonces sus labios iban a
pedirse de nuevo, iban a satisfacerse y volver a empezar, sus manos temblorosas
iban a buscar sus cabellos. Había ensayado unas breves palabras de
sorpresa, unas cuantas letras sueltas, tenía en la manga varias frases hechas, tenía
escogido el momento para decir cada una, tenia hasta los tonos.
Pensaba sonreír con naturalidad, despedirse como viejos amantes
reencontrados que se saludan despreocupadamente sabiendo que
se conocían hasta los huesos, y que este saludo no era el último,
como no lo había sido anteriormente. Guardaba desde hacia mucho unas
cuantas miradas con ojos vidriosos, gotas al caer, y alegría en el
semblante, que estaban reservadas para Junio, para Ringo, para Cacho, para,
para, para... Todo lo tenia en la mente, con la ilusión de realizarse. Deseaba persistir en el error de las segundas oportunidades, y escapase de la mentira de volver a empezar, y a pesar de todo sabia que pasara lo que pasara, nada iba a cambiar sus ayeres encumbrados.
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