
Nunca supe exactamente hasta que punto Camila lograba existir sin pensar en sus cabellos, o sin describir rimando sus besos, pero el caso era que, a pesar de las lluvias, ella volvía a reír, lo hacia de nuevo, cuando alguna boca unía el sonido de esas cuatro letras y formaba su nombre. Se alegraba desde la punta de sus risos hasta lo ancho de su sonrisa y, a mi, siempre me pareció ver algo mas, un brillo especial en sus ojos color café cuando todo esto sucedía. Llegue a pensar incluso que su alegría era chicha, era fría, que ya no tenia la calidez del sol en sus labios, que todo se debía a una ironía la cual activaba sus sentidos, que se reía para tapar la lluvia que era imparable.
Ahora sé que su risa era el efecto único de aquella palabra, aquel sustantivo propio, con sus cuatro letras, sus dos silabas, sus dos vocales y sus dos falsas consonantes; era su reacción frente a la prueba mas grande de la realidad de aquel hombre: escuchar ese sonido en la voz de alguien mas la convencía de que ese alguien también lo conocía, de que no existía solo en su cabeza, de que no había sido solo un bello cuento escrito por ella misma.
Mi voz, por ejemplo, nombrandolo le confería identidad fuera de Camila, lo hacia una verdad tan concreta como, para ella, maravillosa y fatal.
Es taaaaaaaaaaaaaaan lindo puchina. Este es el proximo que se edita e !
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